Los pueblos indígenas brasileños fueron decimados debido de enfermedades traídas de Europa, sobre todo en el siglo XVII. En 2020, el miedo que sus parientes se extingan se toma las aldeas y comunidades indígenas. En Bahía, una pataxó está aislada con sospecha de haber sido infectada por la covid-19. La Fundación Nacional del Indio (FUNAI) afirma que no hay ningún indígena confirmado con la enfermedad. El gobierno de Bolsonaro, a su vez, se ha mostrado ineficaz en sus políticas de protección.
Nice Gonçalves, 30 años, es periodista y activista indígena de la nación Tupinambá. Ella es de la comunidad Rio- Tocantins, en el bajo Tocantins, Guajará de Baixo, en Cametá, en el nordeste del estado de Pará. La indígena Tupinambá relata que un caso de sospecha de contagio por el nuevo coronavirus ha llevado preocupación a la población indígena de la región.
“Esa información está circulando entre los indígenas, ellos la reciben con mucho miedo. Están asustados, están con miedo, porque en el pasado enfermedades como esa decimaron muchos pueblos. Teníamos una sospecha de coronavirus en la aldea Pataxó, en el Sur del estado de Bahía. El primer examen dio negativo, pero hay el de la contraprueba, estamos aguardando ese examen para saber si la pariente contrajo o no el coronavirus. Hay dos personas en aislamiento en esa aldea, que es la aldea Coroa Vermelha. Una de ellas tuvo contacto con un turista extranjero, porque trabaja en un hotel próximo de la ciudad”, cuenta.
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A pesar de que la FUNAI no lo reconoce oficialmente, la indígena de Coroa Vermelha – la mayor de las ocho aldeas de los indígenas Pataxó, en Santa Cruz Cabrália, con una población de 5.000 indígenas – está aislada. La recomendación es que no se permita entrar a nadie en la comunidad, solo equipos de salud que respeten los protocolos de higiene. El pueblo pataxó comúnmente recebe turistas que visitan las playas del Sur de Bahía.
Para la indígena Tupinambá, el gobierno brasileño es negligente no solo con los indígenas, sino con toda la población brasileña.
El gobierno no está cuidando de los pueblos indígenas frente a esta pandemia. Primero que el gobierno no está cuidando ni de quien no es indígena, porque su propia postura, el ejemplo que el han dado es absurdo ante el problema tan grande que estamos viviendo. Entonces, no está teniendo asistencia y este gobierno es tan dañino para los pueblos indígenas que ya tiene un plan en ejecución desde que fue electo, de acabar con la poca estructura que existía de atención a la salud básica de los pueblos indígenas”, afirma.
La indígena cuenta que la salida de los médicos cubanos del Programa Más Médicos generó una deficiencia aún mayor en la atención a los indígenas, porque muchos de los médicos atendían a las comunidades. En el estado de Pará, según datos de la Federación de las Asociaciones de Municipios del Estado (FAMEP), de 2013 a 2018, actuaban 542 médicos cubanos de un total de 700 del programa.
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De los 144 municipios del estado, 59 eran exclusivamente atendidos por cubanos, así como cuatro Distritos Sanitarios Especiales Indígenas (DSEI): Altamira, Guamá, Tocantins y Rio Tapajós. Según las últimas convocatorias disponibles en el sitio del Programa Más Médicos, apenas 92 profesionales brasileños constan como aprobados para actuar en Pará.
“En 2019 aumentó en 12% la mortalidad de niños y eso es resultado de la retirada de los médicos y el propio desmantelamiento de la salud indígena. La dificultad de acceso, medicación, profesionales, todo eso ha contribuido a ese aumento de la mortalidad, aumento de las enfermedades, falta de atención adecuada. Usted va a las CASAI [Casas de Apoyo a la Salud Indígena] en los polos y usted va a ver la situación precaria”, señala.
Según ella, el diálogo con las comunidades indígenas es una constante, pero el contacto representa un riesgo para esos pueblos.
“Lo que podemos informar a los indígenas lo estamos informando, pero sabemos que no podemos tener contacto con ellos en este período. Haremos todo para evitarlo, inclusive, todo nuestro personal está fuera del área en cuarentena, sobre todo, aquellos que están en el grupo de riesgo”, afirma.
Para la tupinambá, lo más preocupante, en este momento, es crear una logística para los indígenas que necesitan ir a los centros urbanos. Para eso, la idea es que ellos salgan solamente cuando sea necesario y respetando todas las indicaciones de higiene. Ella considera que el decreto del gobierno federal de protección a los indígenas fue muy tardío.
Salió muy tarde, salió apenas el día 17, el decreto con las medidas de cuidados para los pueblos indígenas y eso después de una presión de los movimientos sociales, de los indígenas. Ese decreto es muy raso. El indígena de la Amazonía es diferente del indígena del Sur, vive realidades diferentes. La mayoría de los indígenas del Norte, de la Amazonía, viven en comunidades o aldeas. El decreto es simplemente una cosa general, que no garantiza nada. No va a reforzar los equipos, no hay material de higiene, no hay alcohol en gel”, critica.
Para Haroldo Pinto, miembro de la coordinación del Consejo Indigenista Misionero (CIMI) en este momento el objetivo es evitar el contacto con los pueblos indígenas para preservarlos. Los equipos, inclusive, están en cuarentena, sobre todo, aquellos que están en el grupo de riesgo”.
“Todavía no tenemos una evaluación de como los indígenas están encarando esa realidad dentro de sus aldeas, dentro de las organizaciones indígenas. Sabemos que hay una preocupación muy grande de todos, sobre todo de los que necesitan ir a la ciudad, de los que necesitan ir a los centros urbanos y ese es el gran peligro, porque no tenemos como monitorear eso, no tenemos como hacer ese acompañamiento ahora”, dice.
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El lunes último, 23 de marzo, el presidente de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), Marcelo Augusto Xavier da Silva reculó de la decisión anterior publicada el día 19 de marzo que permitía el contacto con indígenas aislados.
“Quedan suspendidas todas las actividades que impliquen el contacto con comunidades indígenas aisladas. La orden puede tener una excepción en caso de que la actividad sea esencial a la sobrevivencia del grupo aislado, conforme análisis hecho por la Coordinación General de Indios Aislados y de Reciente Contacto de la FUNAI”, dice el documento.
La decisión anterior de la FUNAI suspendía el trabajo de técnicos de la institución que tratan específicamente con aislados y lo pasaba a las Coordinaciones Regionales (CR). La decisión contrariaba, inclusive, el propio reglamento interno de la FUNAI.
El Plan de Contingencia Nacional para Infección Humana por el nuevo Coronavirus en Pueblos Indígenas de la FUNAI afirma que “históricamente, se observó mayor vulnerabilidad biológica de los pueblos indígenas a virosis, en especial a las infecciones respiratorias. Las epidemias y los elevados índices de mortalidad por las enfermedades transmisibles contribuyeron de forma significativa en la reducción del número de indígenas que viven en el territorio brasileño, estimados en cerca de 5 millones de personas a comienzos del siglo XVII y en el exterminio de pueblos enteros. Las enfermedades del aparato respiratorio aún continúan siendo la principal causa de mortalidad infantil en la población indígena”, dice el documento.
En el análisis, la FUNAI afirma que los indígenas aislados son los más vulnerables a las enfermedades infectocontagiosas, así, la cartera, con base en el decreto 419/2020, suspende las autorizaciones de entrada en los Territorios Indígenas debido a la llegada del nuevo coronavirus al país.
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El monitoreo se hace junto con la Secretaría Especial de Salud Indígena (SESAI) por medio de la red de actuación de ambas instituciones públicas indigenistas. En total son: 225 Coordinaciones Técnicas Locales; 39 Coordinaciones Regionales; 11 Frentes de Protección Etnoambiental; 1.199 Unidades Básicas de Salud Indígena (UBSI); 67 Casas de Apoyo a Salud Indígena (CASAI); y 34 Distritos Sanitarios Especiales Indígenas (DSEI).
La FUNAI dice además que el plan de prevención de indígenas contra la covid-19 en tierras brasileñas prevé atención diferenciada con base en la diversidad sociocultural y en las particularidades epidemiológicas y logísticas de los pueblos, pero señala desafíos.
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Entre ellos, la aceptabilidad del traslado a establecimiento de referencia especializada y hospitalización por parte de los indígenas que residen en tierras y territorios indígenas; el deseo de seguir el tratamiento de salud tradicional y mantenerse próximos a los cuidadores tradicionales de su comunidad; la falta de confianza o descredito en el tratamiento ofertado por el equipo de salud; la sensación de aislamiento de los demás miembros de la familia y comunidad; la incomodidad con relación a las reglas que son impuestas en los establecimientos de salud convencionales que entran en conflicto con las prácticas alimenticias de los pueblos, cuidados corporales y espirituales; el medio ambiente inadecuado, como la imposición de dormir en camas a individuos que están acostumbrados a dormir solamente en hamacas, entre otros. La FUNAI dice que la resistencia es inclusive mayor de parte de los ancianos.
Esa adecuación de la FUNAI, a su vez, debe ser realizada junto a los planes de contingencia de los municipios y estados brasileños en colaboración con los DSEI “siempre que sea posible”.
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Según el último censo (2010), la población indígena en Brasil – consideradas personas que se declararon indígenas en cuanto a color o raza y para los residentes en Tierras Indígenas – hay 896.000 personas que se declaraban o se consideraban indígenas, 572.000 o 63,8 %, vivían en el área rural y 517.000, o 57,5 %, vivían en Tierras Indígenas oficialmente reconocidas.
La SESAI, a su vez, afirma que existen 6.238 aldeas indígenas, 114 de ellas son de pueblos aislados y 20 de pueblos de contacto reciente.
Sin orientación
A pesar de las orientaciones de la FUNAI, la indígena tupinambá Nice Gonçalves critica el protocolo, porque afirma que el debería ser diferenciado, una vez que no hay orientaciones acerca de como los indígenas deben actuar en caso de que sean infectados por el coronavirus. Ella cuenta además que, incluso antes del primer caso de coronavirus en Brasil, ya se había iniciado un diálogo sobre el asunto con diversas etnias para que se protegiesen.
“Donde está llegando la información, donde estamos consiguiendo orientar, creo que todas comunidades indígenas saben lo que está ocurriendo”, dice.
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El genocidio indígena
El profesor e historiador de la Universidad Federal de Pará (UFPA), Marcio Couto Henrique explica que el historiador Alfred Crosby, defiende el argumento de que más allá del imperialismo económico, está el llamado imperialismo ecológico, o sea, más allá de la explotación económica, los europeos trajeron un conjunto de elementos que fueron fundamentales para el dominio y consolidación del dominio europeo en América.
“Los europeos trajeron para acá también sus hierbas, sus animales y las enfermedades. Esos elementos que no son propiamente de cuño económico es lo que llama biota portátil [conjunto de todos seres vivos de un determinado ambiente o de un determinado período], que vino para acá junto con la expansión europea por el mundo. De hecho, esa biota portátil fue fundamental para la desmovilización, la desestructuración de las poblaciones indígenas no sólo en Brasil, sino en toda América”, señala.
Couto explica que las enfermedades más fatales que atacaron Brasil y América a partir de las expansiones de las grandes navegaciones fueron las llamadas bexigas, una denominación de lo que hoy conocemos por varicela, rubéola y sobre todo viruela.
“La viruela, especialmente, fue crucial para la extinción de varias poblaciones indígenas aquí en la Amazonía, especialmente en el siglo XVII y ese poder destructor entre los indios de baja inmunidad fue tan fuerte en la memoria indígena, que los indígenas crearon un nombre para definir esa enfermedad que ellos llamaron catapora, que literalmente significa fuego que salta. Fuego que salta es una referencia a las fuertes fiebres que caracterizaban y caracterizan aún hoy, entre nosotros, la catapora. En el siglo XVII tuvimos aquí en la Amazonía una serie de epidemias que masacraron centenas de miles de personas de origen indígena”, afirma.