De acuerdo con el último Censo (2010), del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), hay 274 lenguas indígenas habladas por individuos que pertenecen a 305 etnias en Brasil. Con la pandemia del coronavirus, llevar información a quien no habla portugués es un desafío.
Por eso, la Asociación Wakoborun de Mujeres Munduruku tradujo informativos de prevención a su lengua nativa. El documento se comparte con los indígenas en las aldeas vía WhatsApp y también por medio de radios.
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Según la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), la responsabilidad por la traducción de informativos a la lengua nativa de los pueblos indígenas es de la Secretaria Especial de Salud Indígena (SESAI), vinculada al Ministerio de Salud.
Brasil de Fato entró en contacto con la SESAI, por e-mail y telefono, para preguntarle si los documentos estaban siendo entregados a las etnias en sus lenguas nativas, pero hasta la publicación de este reportaje no obtuvo respuesta.
Maria Leusa, de 33 años, es líder Munduruku del Alto Tapajós, en Jacareacanga, sudoeste del estado de Pará, al norte del país. En este momento, está sin acceso a sus parientes en las aldeas, porque los indígenas están aislados para protegerse de la pandemia de la covid-19, así, ella considera urgente llevar información sobre la prevención de la enfermedad a esos territorios.
“Yo no estoy consiguiendo llegar, pero estoy consiguiendo comunicarme vía WhatsApp, mandando este informativo traducido a las aldeas, intentando ayudar a nuestro pueblo, para que ellos entiendan, con la traducción de estas cartillas, como deben prevenir la enfermedad”, explica.
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La Asociación de las Mujeres Munduruku Wakoborun fue creada en febrero de 2018 con el objetivo de resistir a los grandes proyectos hidroeléctricos que amenazan el territorio. La elección del nombre del grupo es un homenaje a Wakoborun, una guerrera Munduruku de gran valentía.
“Nosotras, mujeres, estamos involucradas en la discusión del plan de vida de nuestro pueblo. Creamos la asociación tanto para fortalecer nuestro movimiento de guerreras y guerreros, cuanto para apoyar la participación y el trabajo de autoorganización de las mujeres en la busca por autonomía y principios de gobierno propio. Así, comenzamos a realizar nuestras asambleas donde también participan los hombres, pues la intención es apoyar la defensa del territorio: mujeres, hombres, pajés, niños y nuestros viejos. Todos pueden participar. Este es un principio de la asociación, consultar a todo el pueblo Munduruku”, explica.
La covid-19 y los indígenas
Según el último Censo (2010), la población indígena en Brasil – que considera personas que se auto declararan indígenas en términos de color o raza y las residentes en Tierras Indígenas (TI) – es de 896.000 personas, de las que 572.000, o 63,8%, viven en el área rural y 517.000, o 57,5%, en TI oficialmente reconocidas.
De ese total, Leusa afirma que 14.000 son del pueblo Munduruku, distribuidos en cinco regiones diferentes. Ella también relata que tienen miedo de que el coronavirus entre en las aldeas debido a la mortalidad de la enfermedad.
“Sabemos que, con esa enfermedad, vamos a perder muchos de nuestros sabios, principalmente los ancianos”, dice la líder.
Para ella, otra gran preocupación se debe al hecho de que la estructura de salud no soporta un gran número de personas enfermas. “Sabemos que el hospital municipal no está preparado para recibir esta enfermedad”, afirma.
A pesar de que la información sobre el coronavirus es reciente, la Organización Mundial de Salud (OMS) clasifica como grupo de riesgo personas con problemas respiratorios, diabetes e hipertensión.
La indígena afirma además que en la aldea hay muchas personas con esos agravantes: personas mayores de 60 anos e indígenas en tratamiento para diabetes.
Leusa cuenta que la asociación está produciendo remedios tradicionales para proteger a sus hijos y ancianos, para que el virus no llegue “muy fuerte”. “Siempre nos guían nuestros pajés a usar sus remedios tradicionales para protegernos de esas enfermedades”, cuenta.
El no respeto a lo sagrado
Para los Munduruku, es preciso vivir en armonía con la naturaleza, respetando cada parte integrante del ecosistema. Leusa considera que la pandemia refleja el avance de la degradación del hombre ante el medio ambiente.
“Sabíamos que iban a suceder estas cosas, porque venimos en la lucha diciéndole al gobierno que no queremos la construcción de hidroeléctricas dentro de nuestro rio y están ahí. Sabemos que ellos se están metiendo con las cosas sagradas. Lo que sucede en el mundo ahora es porque ellos jugaron con cosas sagradas y no deberían estar jugando, no deberían estar destruyendo el medio ambiente nuestro”, dice.
El pueblo Munduruku vive en diversas aldeas. Maria Leusa reside en Boca das Tropas, a cerca de una hora de Jacareacanga. En el lugar residen 20 personas, entre niños, jóvenes y adultos. Hay otras aldeas en que la distancia hasta Jacareacanga varía entre 10 horas y hasta un día de barco.
Indígenas de Rio das Tropas, Región del Cururu, de Tapajós y muchas otras aldeas están aisladas en sus territorios por recomendación de la SESAI, para evitar la infección por el coronavirus. “La SESAI está vacía, no hay nadie. Sólo atiende emergencia, si hubiera”, denuncia Leusa.
“Ellos quieren nuestras tierras”
En la evaluación de Alesandra Korap, Muduruku de la aldea Praia do Índio, el Ministerio de Salud está cumpliendo su papel, pero el gobierno federal no ejecuta las políticas de protección, porque quiere la extinción de los pueblos indígenas.
“Sabemos que nuestro pueblo va a disminuir cada vez más. No existe fiscalización por parte del gobierno. Principalmente la entrada de garimpeiros [mineros artesanales ilegales] dentro del territorio, madereros. Los garimpeiros que tienen avión entran dentro de la Tierra Indígena, hay contacto y se van, se van a curar a São Paulo, Mato Grosso, y a las personas no les importa”, relata.
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Actualmente, la indígena está en Santarém, donde fue a estudiar derecho en la Universidad Federal del Oeste de Pará (UFOPA). Compartir conocimiento con su pueblo fue la forma que ella encontró de ayudar, incluso de lejos.
“La asociación Wakoborun está muy preocupada. Fue por eso por lo que hizo la cartilla para divulgarla en las aldeas. Estamos haciendo lo que se puede hacer de lejos. Yo estoy aislada y preocupada con los más viejos, los caciques, las mujeres y los niños. Este momento está siendo un caos. Si ese virus entra en tierras indígenas, ahí es que el gobierno va a aprovechar para tomar más el territorio”, afirma.
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El jueves último (26), la diputada federal Joenia Wapichana (Rede-RR) y otros diez parlamentarios firmaron la Propuesta de Fiscalización y Control (PFC) en la Cámara, que propone la fiscalización y control de los procedimientos administrativos y eventuales omisiones de la Unión y del Ministerio de Salud en las acciones de enfrentamiento a la covid-19.
Plan de Contingencia
El Plan de Contingencia Nacional para Infección Humana por el nuevo Coronavirus en Pueblos Indígenas de la FUNAI afirma que, “históricamente, se observó mayor vulnerabilidad biológica de los pueblos indígenas a virosis, en especial a las infecciones respiratorias”. El documento señala que las enfermedades del aparato respiratorio “continúan siendo la principal causa de mortalidad infantil en la población indígena”.
En el texto, la FUNAI afirma que los indígenas aislados son los más vulnerables a las enfermedades infectocontagiosas y suspende las autorizaciones de entrada a las Tierras Indígenas debido a la llegada del nuevo coronavirus en el país, por medio del decreto 419/2020.
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El monitoreo se hace en asociación con la SESAI por medio de la red de actuación de ambos órganos públicos indigenistas. En el total, son: 225 Coordinaciones Técnicas Locales; 39 Coordinaciones Regionales; 11 Frentes de Protección Etno-ambiental; 1.199 Unidades Básicas de Salud Indígena (UBSI); 67 Casas de Apoyo la Salud Indígena (CASAI); y 34 Distritos Sanitarios Especiales Indígenas (DSEI).
La FUNAI dice además que el plan de prevención de indígenas contra la covid-19 en tierras brasileñas prevé atención diferenciada con base en la diversidad sociocultural y en las particularidades epidemiológicas y logísticas de los pueblos.
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Esa adecuación de la FUNAI, a su vez, necesita ser realizada junto a los planes de contingencia de los municipios y estados brasileños, en colaboración con los DSEI “siempre que sea posible”.